La
fidelidad es el arte de la perseverancia: aferrarse a las partes más
blandas de unos principios y no soltar, pase lo que pase. Caiga quien
caiga: la fidelidad al cien por cien. No se entiende de otra manera,
pues la fidelidad es maniquea. Blanca como la lealtad o negra como la
traición («Cariño, te lo puedo explicar, no es lo que tú
piensas»). Pero la gama más extendida es la llamada 'alta
fidelidad', la capaz de reproducir con gran precisión técnica y
elevada exactitud la voz, el do de pecho, de los intereses propios.
©Mikel Aboitiz
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