Cada loco con su tema
—Lo de creerse Napoleón fue hace dos semanas —informa el
guarda, dejando la mirilla libre. El hombrecito vestido de tirolés acerca un
ojo. En la sala acolchada un paciente pasea con los dedos en las sienes,
rebuscando en la memoria.
—¿Y ahora? —el hombrecito corre lentamente la tapa
redonda de la mirilla, formando un eclipse diminuto— ¿Quién cree ser?
—Le ha dado por adoptar una personalidad de picapleitos.
Nos tiene fritos. Urde recursos, amenaza con denuncias. Bueno, mejor que ser el
Papa, como el otro mes.
—No está mal… Cualquiera…
—No lo estaría si el de la celda contigua no se creyera
Dios. No vea qué discusiones teológicas, qué gritos. ¿Y usted? ¿Qué hace aquí?
¿A qué se dedica?
—Agencia tributaria.
El guarda consulta un gráfico con una panorámica de salas
y anuncia:
—Venga, le mostraré la 231.
Toma al hombrecito por el hombro y le acompaña en
silencio.
©Mikel Aboitiz
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