Ante todo, mucha calma
«Das deutsche Volk!», vocea Honorio, mientras el exorcista, a pie de cama,
quita hierro al asunto ante la esposa: «La concurrencia de factores laborales,
el actualizar las cuentas del bufete, le ha abocado a este estado de posesión.
Démosle tiempo. Varios son los diablos que por él pasarán». El cura saca una
piruleta de la sotana excusándose, «Estoy dejando el tabaco», e ignorando el
grito aflautado y solemne de Honorio, «Españooooles», le rocía con el hisopo.
Se hace el silencio y el cura admira la frágil transparencia de la piruleta a
la luz de un rayo de sol que se cuela por la persiana, tiñendo de rubio el
cabello del poseso. En su rostro, anaranjado y rígido como un cartón, nace una
mueca de desprecio: «You little mexican!!!». Se hace el silencio y el cura
asiente satisfecho: «Lo tenemos. Pronto será el abogado de siempre. Lo peor ya
ha pasado».
©Mikel Aboitiz
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