Glutamato
para los ojos
El
glutamato monosódico potencia el sabor de las comidas. También se
dice de él que produce una cierta adicción. Esta última afirmación
es algo controvertida. En todo caso, el glutamato provoca ganas de
comer más, igual que leer a Vásquez: te hace devorar sus líneas
sin parar. En la primera página explica que se dio caza a un
hipopótamo utilizando munición
de gran calibre. Esta historia anecdótica con la que comienza El
ruido de las cosas al caer (premio Alfaguara 2011) es un ardid del
escritor. Con él logra despistar al lector para lanzar una red sobre
él, de forma que antes de acabar de pasar página, el que realmente
ha sido cazado tras morder el glutamato adictivo de la prosa de
Vásquez es el lector. La red ya lo cubre y cuando se da cuenta no
puede ni asomar un brazo por fuera de ella ni entre capítulo y
capítulo. De todos modos, la captura se agradece, pues acurrucado
entre las mallas, se comprende mejor lo que es sufrir la presión que
el autor explica en su novela: la que ejerció la violencia sobre una
generación en Colombia. Cómo se modificó la manera de entender la
vida. Cómo creció el miedo transformando los gestos cotidianos de
las gentes. Hay también algo que puede sorprender: la sencillez con
la que muestra cómo se puede uno desviar del camino trazado por la
sociedad, la familia y llegar a convertirse en otro. En el que ha
cruzado la barrera de lo prohibido, pero aún nos visita y parece el
mismo a pesar de estar involucrado en algo sucio. Pero, ¿qué es lo
malo?¿ Dónde termina la inocencia y comienza la suciedad? ¿Se
puede vivir en esa zona de tonos grises sin manchar a los demás? ¿Se
puede huir de esta trampa? Para saberlo se hace necesario, al menos,
haber escapado de la red tendida por Vásquez: la salida, al cabo de
doscientas cincuenta y nueve páginas.
©Mikel
Aboitiz 2011