Viaje en autobús con Josep Pla



Viaje en autobús
Josep Pla
Editorial Austral, 272 páginas

«El escritor de nuestro tiempo debe ahondar en la realidad. Y si viaja debe ser para ahondar, paradójicamente, en el lugar y en los seres de su propio rincón»
Ernesto Sábato. El escritor y sus fantasmas. Seix Barral

Este libro recoge crónicas de viajes que escribiera Pla para la revista Destino. Se trata de una serie de recorridos realizados entre 1941 y 1942 por las cercanías de su Palafrugell natal (Girona), una zona que él bien conocía. Esto se nota en el trato que tiene con las gentes que describe y también en el retrato de paisajes llenos de belleza. Una belleza que él ha interiorizado durante años y que surge a partes iguales de la contemplación de esas tierras y de lo más hondo del periodista, para flotar como un lienzo etéreo delante del lector, superando con su prosa las virtudes de la técnica actual: las tres dimensiones del cine moderno se quedan cortas ante Pla. Este hace ver, oler, escuchar, transponiendo al lector en un estado de ánimo idóneo para saborear las reflexiones que hace sobre las costumbres, alegrías y zozobras de los lugareños; unos hombres y mujeres en lo esencial intercambiables, de ahí la universalidad de estas crónicas y su vigencia a través de décadas.

Se diría que Pla le ha tomado prestado el pincel a Zurbarán para plasmar unas historias llenas de luces (paisajes luminosos, la frescura de un huerto bien cuidado y abundante) y de sombras (los viajeros lustrando sus zapatos con las mantas de la fonda, las chinches, la insolencia de algunos) que se mezclan dentro del lector resultando una gama de grises relajantes, capaces de conciliarnos con el mundo; una gradación de matices imperturbable en el tiempo en la que se entrevé la condición humana mediante el uso justo de la palabra, aliñada con un estilo sonoro y rotundo. A dicho estilo pertenece también la ironía de Pla, que se filtra entre las líneas como un manantial subterráneo, que de cuando en cuando, aflora para mostrar aquí un detalle, allá una obviedad caída en el olvido. También Pla da la palabra al hombre de a pie como el anciano payés que dice verdades como alcachofas, vigentes hoy más que nunca:

«...Todos y cada uno de nosotros consideramos que las vidas de todos y cada uno de los demás hombres son un simple negocio. Ésta es la esencia de la época. Las cebollas son cada vez mayores, pero cada vez más insípidas...»

En resumen, Pla mete al lector de matute en el autobús de gasógeno de la vida, mostrándole desde las ventanillas de la postguerra pasado y futuro: la pobreza evanescida de una época y la inmutabilidad del carácter humano. El efecto es relajante y nada endormecedor.

©Mikel Aboitiz

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