Plan
de pensiones
Las
armas cargadas, el coche a la puerta del banco. Los relojes
sincronizados. Dos tiros al aire y en un minuto salimos corriendo con
el botín. Un golpe perfecto. Del coche saltamos a una boca de metro
y de allí a todas las primeras portadas. Éramos anónimamente
famosos. Éramos ricos. Un día de trabajo y ¡ya nos podíamos
jubilar!. Habíamos puesto en marcha nuestro propio plan de
pensiones. Fueron momentos de gloria. Los recordaré durante muchos
años, día a día. Pero mejor ahora comamos, que esta bazofia al
menos es gratis. Gastos pagados: ¡menudo plan de pensiones entre
rejas!
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