Princesas
A mis
primas les gustaba ser escuchadas, agasajadas. También un toque de
pipermín en la cerveza y fumar con boquilla plateada. Al hablar me
apuntaban con la barbilla en plena cara y, entre risitas ahogadas,
pedían constantes favores —primito— para evitar
quebrarse las uñas. Vestían a la última moda y siempre se dejaban
invitar por mucho que uno no insistiera.
Una noche
oscura las encontré en la cuneta desesperadas, bañadas en la grasa
de su motor averiado. Me limité a acelerar, ofreciendo la más
educada de mis sonrisas, la propia de todo un caballero. La que ellas
se merecían.
©Mikel Aboitiz
Relaciones de familia muy bien trazadas, Mikel. Deberíamos desmitificar los lazos de sangre.
ResponderEliminarUn abrazo,