- Con
el destripador -
Acudí
al hospital a que me extirparan una muela dolorosísima. No
me dejaron hablar: «Lo tenemos todo listo, señor Goitiz», dijeron,
y desatendiendo mis quejas incomprensibles —¡maldito flemón!—, me llevaron por la fuerza al quirófano. Desperté de la anestesia
con una pierna menos. («El eslabón final de una infortunada cadena
de errores, señor... señor ¡Aboitiz! —carraspeó el doctor
consultando mi historial—, pero no desespere: enseguida lo
arreglamos»). Volví al quirófano y de ahí, directo al tanatorio.
Ahora,
cómodamente instalado en el Cielo, lo entiendo: ¡en todas partes se
cometen errores! Si no, pregúntele a mi compañero de nube, se llama
Jack.
©Mikel
Aboitiz
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