Restas
La nada se sostiene por sí misma. Cierras los ojos
en silencio y te acercas a ella.
—¡En Babia! ¡Desayuna!
Es incolora, insípida e inodora. Un precipicio
suave en el que no se cae, se flota.
Si al nueve le restas tres al cuadrado, resulta una
caricia de la nada.
—¡Martínez, a la pizarra!
Tener un borrador gigante para el cole, el
dentista, los pantalones que pican, me acercaría a la nada. Demasiado poco. Mejor
sentir la altura del balcón, el viento en la cara y cerrar los ojos. Mañana no tendré
hechos los deberes. Pero eso no importará. Nada.
©Mikel Aboitiz
Mente analítica donde las haya tu niño con balcón. Muy ingenioso. Me encantó
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, siempre atenta
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