Plop
La explosión volcánica rebasó los límites acostumbrados. Incluso el alcance del material expedido hacia el exterior por la columna eruptiva batió marcas insólitas. El joven científico quedó sorprendido, anonadado por aquella fuerza de la naturaleza que rompió como una ola, salpicando miríadas de restos sobre el espejo de pruebas. La sangre en las yemas de sus dedos testimoniaba la violencia del evento, pero aún bajo el impacto del fenómeno, notó un alivio infinito. Asqueado, se agarró al borde del lavabo y, con curiosidad de investigador, examinó la punta de su nariz en el espejo. Era duro tener trece años.
©Mikel Aboitiz
jaja, era un grano superlativo :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Sí!
EliminarOtro abrazo