15 jul 2021

Otra historia de abogados

 Consejos varios

Asistir a misa no exoneraba a K. de sus obligaciones con la Hacienda Pública aunque, ser beneficiario de una póliza de seguro jurídico —insistía su abogado con una sonrisa exagerada como un marcador de textos fosforito— le hacía menos vulnerable a la hora de la defensa de sus intereses. Y para eso estaba él. Raudo, le propuso juntar recibos de sus muchas donaciones a la capilla de San Jesuitín del Refugio para aminorar la carga fiscal. Pero al enterarse de las cuentas en Andorra recién rastreadas por anticorrupción, los ojos del abogado se dispararon sin orientación hacia los lados, se tornaron opacos y frunció los labios. K., insatisfecho, salió directo del bufete a confesar sus cuitas al Reverendo, el barman de La Última Instancia. Este le aconsejó encomendarse a San Judas Tadeo y pagar al César lo que era del César: en su humilde caso, tres güisquis dobles con soda.

 ©Mikel Aboitiz

No hay comentarios:

Publicar un comentario