23 nov 2011

En menos de 101 palabras (sin frase de comienzo)



Mirando el valle por la ventana

Seguramente le esperaba una exótica larga temporada. Apegada a su pueblo se negaba –¡a su edad!– a abandonarlo para volar, además, hasta el extranjero. Su hija le atendería. Ya no estaría sola con la cabra Micaela viendo posarse la neblina al ponerse el sol. En una ciudad grande, rara, sin sus árboles arrebolados al amanecer. ¿Cómo dejarse curar por médicos a los que no entendería? Su hija era una cabeza loca. Ya se lo advirtió cuando emigró: aquí, lo que quieras. Allá, no cuentes conmigo. Miró las pupilas alargadas de Micaela y le dijo: no vuelo ni atada. Y se quedó adormilada viendo caer la niebla.



©Mikel Aboitiz


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