7 ene 2012

En menos de 101 palabras




Póquer de críos

Me escoltaron en silencio al reservado. Mis dos contrincantes esperaban con el rostro serio que solo los niños reconcentrados saben poner. De hecho, apenas eran dos escolares. Miré circularmente: unos hombres, rígidos, vigilaban el recinto. El que no usaba gafas de sol, me observaba con sorna, pero mantenía también la mandíbula apretada, el gesto tenso. Pasé cinco horas ahí dentro. Esos niños sabían lo que se hacían. Cuando –arruinado– abandoné el tapete, sacaron sendos osos de peluche y les asomaron a los abismos de sus montañas de fichas ganadas. Aún les veo decirme adiós con sus zarpas de felpa.

©Mikel Aboitiz
                                                           

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