De la microtrilogía
Dictadores y vencidos
Nada como dormir con la conciencia tranquila
No fue tarea fácil, pero los muchachos se aplicaron desde el alba, cavando en esa tierra dura como cemento. Imagínese qué esfuerzo luego para mis hombres, con esa canícula, tapar después todo aquello. Durante la excavación liberamos a un par de ellos y eso infundió fuerzas al resto. Al mediodía ordenamos lanzaran fuera las palas. Oscurecía cuando volvimos a la base. Misión cumplida. Con un par de ráfagas y mucha cal viva fue suficiente. No olvidamos echar a los liberados. Nos ganamos la cena y un sueño reparador. Y aquí me tiene hoy, fresco y a sus órdenes.
©Mikel
Aboitiz
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