16 mar 2012

Visto en Berlín...: St. Matthäus-Kirche




  Un estor nos separa de la St. Matthäus-Kirche (iglesia de San Mateo), regalándonos su esbelta silueta, empinada en el Kulturforum, a tiro de piedra de la Potsdamer Platz. No hemos tenido que preparar una iluminación especial para captar su campanario, pues la Naturaleza vindica su papel, orquestando una visión difusa y espectacular al amparo de un sol que explota tras las ramas, envolviendo en su onda expansiva la nave central, que se alza orgullosa, estilizada, acompañada de cerca por dos modestas sombras, las naves laterales.

Cuando rondaba los cien años de vida, la iglesia fue arrasada por las bombas, las mismas que partieron el siglo como una naranja centenaria en un par de piezas de tamaño casi igual: la golpeada por las grandes guerras y la que surgió a su fantasmagórica sombra al calor de la paz. En esta última, renació San Mateo de sus escombros a finales de los 50, fiel a sí misma, reconstruida, conservando su aspecto exterior neorrománico. Por dentro, su interior renovado muestra formas modernas y espaciosas.

 Tras la destrucción y el fuego de la guerra, se planificaron arquitectónicamente los alrededores de San Mateo como una negación de la barbarie, creándose espacios para la cultura. Ahora, desde su campanario, la iglesia los custodia, sabedora de que al igual que muchos inventos beneficiosos, parte de su origen se encuentra en una guerra. Una contienda fría desde la que los poetas del proletariado lanzaban sus saetas envenenadas de versos contra la propaganda del Hollywood burbujeante. Una contienda agotadora sobre el tantán azul y rojo de la carrera armamentística, atómicamente propulsada por la competencia feroz en todos los terrenos, incluido el cultural. En medio de aquella paz caliente o guerra fría, el Berlín del Oeste, incrustado en el Oriente, quedaba insípido de cultura frente a los sabrosos gajos artísticos guardados en el Este. Se hacía necesario auparse a lomos de museos, bibliotecas, filarmónicas, para mirar a los ojos del enemigo, apostado cerca, acechante. En medio de esta lucha la iglesia de San Mateo quedaba plantada como una novia abandonada junto al altar de las ideologías. Hoy se asoma desde su torre hacia la parte de la ciudad antes perteneciente a la RDA, como si viera en ella a una hermana reconciliada tras una larga pelea de más de 40 años en la que Berlín oriental y occidental hubieran quedado unidos en el vacío de perder a sus madres. Ciudades huérfanas de la infabilidad de sus sistemas, en un mundo que no se entiende a sí mismo. Desde su campanario, la iglesia de San Mateo mira más allá de todo y nosotros creemos ser los únicos que observamos.


 ©Mikel Aboitiz

1 comentario:

  1. Anónimo7/11/12

    Una forma muy poética de ver un conflicto que, al fin y al cabo era entrañable -pues razgó las entrañas-
    Gracias por esta nota

    ResponderEliminar