Un golpe de suerte
Se dicen bobadas como que las mujeres
al suicidarnos solo queremos llamar la atención. Yo la llamé, y
mucho, pero realmente me tiré desde el quinto y, además, de cabeza.
En mi locura no miré hacia abajo para evitar aplastar a alguien,
pero, ¡para qué!, si yo misma no me importaba. Abrí la ventana y
salté. No contaba con la grúa elevadora del limpiacristales. Él
tampoco contaba conmigo, claro. Ahora, después de diez años casados
y mucho psicoanalista, rememoramos el día en que, como él dice, le
caí del cielo. Nos queremos mucho. ¡Lo nuestro es para llevarlo a
Hollywood!
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