Siglo
XXI
En la
escuela, la profe contaba que no debíamos hacer caso de sábanas
blancas. Tampoco prestar atención a mitos como el arrastrar de
cadenas. O el ulular por angostos pasillos sobre gentes
aterrorizadas. Patrañas. No debíamos dejarnos impresionar por
leyendas recurrentes sobre velas misteriosamente apagadas. Ni hacer
caso del efecto de gritos ahogados en la oscuridad o sombras
braceando en las tinieblas.
Me
hurgué en la nariz pensativo, escuchando a la profesora añadir
enfática: «Todo eso está demodé. Estamos en pleno siglo XXI. A
vosotros, futuros fantasmas, os enseñaremos otros trucos». Y todos
nos carcajeamos mostrando nuestras risas sin dientes.
©Mikel Aboitiz
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