Kilos
Miró
la aguja parada en el 75 y, del susto, bajó el pie derecho de la
báscula. Si sus cálculos no fallaban, había engordado de nuevo.
Demasiados kilos para un metro setenta de altura. Jamás tendría
novio. Las dietas no funcionaban. Los chicos la eludían
horrorizados. Una operación. ¡Podrían reducirla el estómago! Sus
padres no la comprendían, callaban entristecidos. A lo sumo, la
miraban cabizbajos cuando ella se quejaba de su obesidad, ¡como si
exagerara! Se sentía sola, fea, pero esta vez les diría lo de la
operación. Bajó el pie izquierdo de la otra balanza y rompió a
llorar.
©Mikel
Aboitiz
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