Pixelado
Se despertó bastante pixelado, sin ideas claras, bien por falta de sueño o
por los seis chupitos de la cena. Tal vez tuviera un virus o algo así.
Levantarse, trabajar, dormir, levantarse. ¡Él no era una máquina!¡Maldita
monotonía! Se encontraba confuso, pixelado, pero sabía que no era una cuestión
de definición. Su problema tenía un nombre: rutina. Decidió intentar cambiar
algo aunque fallara en el empeño. Despertó a su esposa: «Emigremos a Australia. Comencemos una nueva vida». Ella se tapó la cabeza
con la almohada. Quería convencerla, pero ciertamente, le faltaba vehemencia. Esa
mañana carecía de suficiente resolución.
©Mikel
Aboitiz
Es que hay que tener resolución total para cambiar las cosas si no te verás borroso toda la vida.
ResponderEliminarSaludos desde Tenerife y espero seguir leyendo con tanta claridad tus entradas. Te dejo enlace de mie spacio para cuando gustes.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Gracias por pasarte por aquí, Gloria. El gofio siempre me recuerda aquel cuento de cortázar sobre el gofio.
EliminarUn saludo
Posiblemente sentirse pixelado no sea bueno para resultar convincente, Mikel, pero -no cabe duda- que es el arranque de muchos cambios.
ResponderEliminarUn abrazo,