Junto
a la orilla del Spree, en la Bundesratufer,
en pleno barrio de Moabit, ha saltado la liebre. Antes, cuando
saltaba la liebre desvelando un asunto turbio, un escándalo
ponzoñoso de grandes dimensiones, dejaba a todos con el paso
cambiado, la cuchara repleta de sopa parada a dos centímetros de la
boca (abierta, estúpidamente abierta), las cejas alzadas arañando
la raíz del cabello, la mirada abismada, sin dar crédito al asunto.
Pero
hoy, señoras y señores, ha saltado la liebre aquí en Moabit, con
igual agilidad que cuando lo hace en las portadas de los periódicos
o en los informativos de la tele. Ha vuelto a saltar una vez más y
esto apenas sorprende. A pesar de que ha llegado más alto que en
otras ocasiones (una cinta métrica bastaría para comprobarlo) la
cuchara no se detiene camino de la boca, no mudamos el gesto: nos
hemos acostumbrado a ello. Todos los días, en todas partes, salta la
liebre y aquí o allá parecemos habernos habituado a ello. Esta vez
ha saltado en la Bundesratufer, y lo hemos fotografiado. No
interesará demasiado y nadie se hará
eco
de esto, pero documentado queda. Ustedes sigan a lo suyo que ya sé
que nada les sorprende. Buen provecho, que les siente bien la sopa.
Seguro que no la dejarán enfriar.
©Mikel
Aboitiz
¡Qué bueno, Mikel! Fantástica foto.
ResponderEliminarUn abrazo,