En
la Neue
Promenade,
bajo las vías del tren, hemos encontrado a esta muchacha que mira a
un lado, entre la modestia y el húmedo recuerdo de los besos bajo la
escalera del sótano de su casa de los que habla el cartelito blanco
sobre su cabeza. Entre la algarabía del Hackescher Markt y las aguas
tranquilas de la Spree, que curva su fluir de río abrazándose a la
historia de Berlín, esta sirena emergente, esconde su cola escamosa
bajo el duro cemento mientras vuelve el rostro con gesto resignado,
pensando en tiempos mejores (¿los de los besos bajo la escalera?), ofreciendo su dolido perfil a los transeúntes.
La
próxima vez que pasemos por la Neue Promenade querremos verla de
nuevo, con las manos en los bolsillos, agitando su cola de sirena por
debajo del cemento para mantenerse quieta sobre el horizonte
evanescente de carteles y grafitis
urbanos. Esperemos que permanezca allí para siempre.
Metamos un palo entre las ruedas que mueven la carreta del tiempo
para que siga ahí, impidiendo que esta foto sea solo un recuerdo del
pasado.
©Mikel Aboitiz
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