- Reloj -
Un
reloj es una cárcel redonda de doce barrotes que encierra una
falacia: la igualdad. Un cuarto
de hora en la cola del súper no iguala a quince minutos de un
infartado esperando una ambulancia. En ambos casos, sin
embargo, la diferencia la
marca el corazón, una válvula que encierra el ideal de los
sentimientos. Yo, harto de mi soltería, he decidido intercambiar
corazón por reloj en sus rolex. Así hallar mi media naranja
será cuestión tan sencilla como emparejar agujas. Y el tiempo, pues
lo seguiré midiendo como lo que es, algo subjetivamente alargable o
recortable en función de los sentimientos. Con la mano en el reloj,
les prometo mantenerles al tanto de mi experiencia. Creo que valdrá
la pena. Me lo dicta el reloj.
©Mikel Aboitiz
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