- Timidez -
Bajo la
marquesina del bus estábamos la chica del yogurt y yo. Deseaba decirle algo en
lugar de mirarme los cordones de los zapatos. La noche templada, sin apenas
tráfico, invitaba a la intimidad, pero yo le daba la espalda abrumado por el
blanco de sus dientes perfectos. Quién fuera yogurt para visitar el túnel de
sus labios acolchados. Ante su rostro luminoso, el mío era una sombra pendiente
del bus que ya paraba. Me monté y ella se quedó ahí, la cuchara suspendida
junto a la boca, con ese aire de fresca eternidad que da la publicidad.
©Mikel Aboitiz
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