Cuentos, cuentas y escenas familiares
«Mentir, no dejar testificar a su defendido y apelar fuera de término con
la consiguiente inadmisión del recurso, vamos, ¡para partirse la caja! Fallo
tras fallo. Ni loco le presto un duro a Juanito para abrir su propio bufete.
Mejor soportarlo conmigo», perora Matías apoyado en la barra del bar junto al
carrito del niño. «¡Una de mejillones!», vocea el camarero. Él no pierde el
hilo: «Si hiciéramos una ecografía de su cerebro a golpe de ultrasonido,
saldría esto —Matías muestra al niño una servilleta de papel blanca—: ¡Nada!».
La dobla y se limpia las comisuras de los labios, curvadas en una sonrisa de
saludo. «¡Hola, papá!» La hija le besa al entrar. «¿Qué cuento interrumpo?».
Mira de reojo el carrito. «El de Pinocho», responde Matías. El bebé patalea. «¿Se
ha portado tu nieto? Me lo llevo corriendo. Gracias. ¡Ah!, un abrazo de Juan
que está en doble fila».
©Mikel Aboitiz
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