El sentido de sus días
Por las noches la muerte
venía a visitarle, bien como enfermedad, bien como accidente; incluso Morfeo llegó
a brindarle el último trance en copas de cristal de Bohemia a manos de lánguidas
doncellas. Despertaba lastrado por invisibles telarañas que lo embridaban a sus
sueños y luego se deshacían bajo el galope desatado del chorro de la ducha. Acudía
al trabajo cargando aburrido un cabás desgastado y si no había labor desayunaba
hastiado en algún café, como si la espera a su cita nocturna fuera el alma del
día. La mañana en que no despertó, por fin, se cumplieron sus sueños.
©Mikel Aboitiz
Realmente acabó por cumplirse el sueño. Muy bien narrada esa desidia vital
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias
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