Fieles
Cuando se ausentaba de
casa por las fechas en que cumplirían otro aniversario, Sultán paseaba en
círculos por el piso en penumbra, maullando desconsolado a Marte que aleteaba
lánguido pegado al fondo de su jaula de cristal. A su regreso, subía las
persianas, la primavera entraba, el mar era un océano y Sultán un tigre que se
le refrotaba contra las piernas mientras él gastaba las horas sentado en su
sillón, releyendo cartas que extraía de sobres de tinta desvaída con dedos
trémulos en los que portaba dos alianzas que, tiempo atrás, perdieron el brillo
de sus mejores días.
©Mikel Aboitiz
No hay nada como huir en los aniversarios, para después renovarse y abrir las ventanas.
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo
Los aniversarios y sus consecuencias, sí.
EliminarUn saludo desde Berlín