13 nov 2022

El matemático

Una botella de brandy de Jerez destapada, dos copas vacías y un reguero de ropa hacia el dormitorio le esperaban a su vuelta anticipada del congreso matemático. No dio la luz, se limitó a reconocer en la penumbra las medias de su mujer, arrugadas entre unos vaqueros de hombre. El silencio, como la sorpresa que le hacía boquear, era absoluto. Soltó la maleta, rellenó una copa y se dejó caer en el sillón. Nevaba en la calle, un mundo en blanco y negro, irreal, fosforescente. Aún llevaba el abrigo puesto. Dio otro sorbo concentrado en los copos descolgándose del cielo a cámara lenta, como diminutos paracaidistas suicidas, incapaces de aportar sentido a aquello. De pronto, el haz de luz del dormitorio le lamió los pies. Entonces descubrió que no necesitaba explicaciones: aquello no era un teorema, sino un axioma. Apuró la copa y se llevó la maleta.

©Mikel Aboitiz

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