Ustedes
ignoran lo difícil que es lograr una tribuna digital bajo la férula
de la lengua salvada. No
saben cuánto cuesta llegar a publicar unas líneas aquí.
O tal vez, sí: ¿han
probado alguna vez a dejar un comentario en este blog? ¿La
lengua salvada
se lo ha llegado a publicar...? Si lo ha
hecho, ha sido movida por el interés: no es que Salvada permita de
veras la participación ni que sea honesta, ni mucho menos,
democrática. Solo para aparentar lo que no es, me deja asomar hoy por aquí. De
modo que aprovecho para ponerla en un aprieto:

Yo,
Salvaje, reto a la lengua salvada a elaborar relatos de menos de 101
palabras, sin contar con el título ni tampoco con la frase de
comienzo de la historia. El primer relato deberá empezar con:
“Tiñéndolos de un tono similar a un sonrojo”.
La siguiente narración deberá tener como frase de inicio la última
del anterior relato. Y así sucesivamente. Reitero: no más de 100
palabras. Que recoja el guante Salvada, y... ¡
Ni una palabra más!

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