- Falsos
testimonios -
La
rubia de enormes gafas oscuras entra con mohín coqueto al despacho
del veterano abogado.
—Tome
asiento —el letrado consulta perplejo las citas del calendario en
busca de esa voluptuosa muchacha de apretada minifalda que mete la
mano en el bolso clamando:
—¡Perjurio!
—¿Perjurio?—
el abogado, desconcertado, ve cómo saca un pintalabios y se retoca
aclarando:
—Sí,
lo que ustedes, picapleitos, llaman falso testimonio.
Se
pregunta quién será esa joven, mientras ella se quita morosamente
las enormes gafas descubriendo su rostro con el mismo suspense que lo
haría El Zorro al despojarse del antifaz.
—Una
noche, letradito, usted hizo propósitos de cuidarme mucho mucho. Lo
juró —sofoca una aguda risita entregándole ciertas fotos
comprometedoras de su dormitorio—. Seguro que su esposa no se
malicia esto. Lleguemos a un acuerdo y le evitaremos reclamar un buen
pellizco de divorcio. Cuídeme pues. No me sea perjuro, letradito.
El abogado
resopla confundido. Es soltero.
©Mikel
Aboitiz
Qué desconcertante historia donde nada parece ser verdad.
ResponderEliminarun saludo
JM
Gracias, J.M. Introducir las palabras "malicia", "perjurio","calendario", "propósitos" y "reclamar" como se pedía en las bases del concurso de la Red de Abogacía, sumado a no superar las 150 palabras me ha complicado las cosas y, tal vez, haya sufrido la historia. Pero había que intentarlo...
ResponderEliminarUn saludo desde Berlín