15 feb 2014

Otra historia de abogados




- Falsos testimonios -

La rubia de enormes gafas oscuras entra con mohín coqueto al despacho del veterano abogado.
Tome asiento —el letrado consulta perplejo las citas del calendario en busca de esa voluptuosa muchacha de apretada minifalda que mete la mano en el bolso clamando:
¡Perjurio!
¿Perjurio?— el abogado, desconcertado, ve cómo saca un pintalabios y se retoca aclarando:
Sí, lo que ustedes, picapleitos, llaman falso testimonio.

Se pregunta quién será esa joven, mientras ella se quita morosamente las enormes gafas descubriendo su rostro con el mismo suspense que lo haría El Zorro al despojarse del antifaz.
Una noche, letradito, usted hizo propósitos de cuidarme mucho mucho. Lo juró —sofoca una aguda risita entregándole ciertas fotos comprometedoras de su dormitorio—. Seguro que su esposa no se malicia esto. Lleguemos a un acuerdo y le evitaremos reclamar un buen pellizco de divorcio. Cuídeme pues. No me sea perjuro, letradito.

El abogado resopla confundido. Es soltero.

©Mikel Aboitiz

2 comentarios:

  1. Qué desconcertante historia donde nada parece ser verdad.
    un saludo
    JM

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  2. Gracias, J.M. Introducir las palabras "malicia", "perjurio","calendario", "propósitos" y "reclamar" como se pedía en las bases del concurso de la Red de Abogacía, sumado a no superar las 150 palabras me ha complicado las cosas y, tal vez, haya sufrido la historia. Pero había que intentarlo...
    Un saludo desde Berlín

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