Tres en raya
Jugábamos a las tres en raya como todas las tardes. Blanca se creía imbatible, por eso aquel día protestó: «¡Trampas! ¡Me has hecho trampas!» y marchó enfurruñada a dar el puré al abuelo. Esa noche, antes de caer dormido, la palabra «trampas» aún retumbaba en mi cabeza, cien veces pronunciada; dos centenares de sílabas rencorosas. Al día siguiente, enfrenté la partida confiado en ganar. No fue así y me tocó a mí dar de comer al abuelo. No tenía apetito, pero logré meterle doscientas cucharadas de puré. Lo necesitaba, se estaba quedando muy delgadito.
©Mikel Aboitiz
Un poco salvaje no? Me ha gustado
ResponderEliminar