No respirar
Acepté,
confiaba en mis fuerzas: dos minutos sin respirar.¡Hecho!
Los muchachos me hicieron corro
y pusieron sus relojes a punto.Todos apostaban que no lo lograría.
Ocho contra uno. Saqué los billetes (un mes de trabajo en el taller)
y los coloqué bajo una piedra, a mi lado. Tomé aire, me tapé la
nariz y... no les quiero aburrir contando cómo lo hice. Cualquiera
puede retener la respiración un minuto. Cuestión de pulmones. Claro
que treinta segundos después, todo cambia. Manguitos voceaba como un
árbitro de boxeo sobre la lona, ¡90!,
y yo, a punto de reventar. Telmo, Cachitas y Cruz se frotaban las
manos ansiosos. Olían mi dinero. La cabeza me explotaba, me fallaban
las piernas. ¡112!
Comencé a verles en cámara lenta. Unos apretaban los puños,
contenían conmigo la respiración, se tiraban nerviosos del pelo.
Otros sonreían inquietos.¡115! El
tiempo se detuvo igual que una película atascada en su bobina. Miré
circularmente sus rostros. Solo distinguí manchas. Aunque me
zumbaban los oídos, llegué a escuchar ¡119!
Pero ya me
encuentro bien, tan solo ha sido un mareo. Gracias por ayudarme a
levantar. No se preocupen. Mejor vayan al centro. Estas calles
desiertas no son nada seguras para los turistas.
©Mikel
Aboitiz
Estupendo, Mikel, y en tiempo real.
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