16 feb 2013

Relato



Apretarse el cinturón

   —Le prometo que en poco tiempo, con las tablas de ejercicios que le voy a enseñar, adelgazará y se podrá apretar el cinturón —me asegura el coach, cruzando sus brazos fornidos, satisfecho ya de antemano—. No digo que resulte sencillo: es necesario ser perseverante, especialmente al trabajar algunas zonas —añade clavando sus ojos brillantes de salud en mi barriga, estudiándola con gesto experto, calibrando grasas y masa muscular. Incluso se permite pellizcarme bajo el ombligo como si pinzara entre sus dedos una falla moral convertida en sebo.
   —¿Y cuánto dice que durará el programa? —me atrevo a preguntar.
El coach me suelta el michelín, entrecruza los dedos de las manos y hace chasquear los nudillos:
   —Ahora no ha de preocuparse por eso —suaviza la voz—. Lo fundamental es que en poco tiempo lo notará en el cinturón. Se lo podrá ir apretando cada vez más, conforme avanza con las tablas. Eso es lo importante.
   —Sí pero...—he de interrumpirme. El coach se ha metido los pulgares en los bolsillos del pantalón. Me mira desde arriba con los brazos en jarra. Una arruga vertical se le marca en el entrecejo. Pienso en mi mujer, en mis dos hijos y me lanzo con furia al suelo para hacer una tanda de abdominales, mientras el coach repite exaltado:
   —¡Así, así se aprieta uno el cinturón! Bis hundert, bis hundert!!!

Han pasado los meses: he perdido doce kilos. También mi trabajo. Mis hijos viven ahora con su madre en casa de los abuelos. Pero cuando me pongo los pantalones por las mañanas, pienso en mi coach y me consuela el orgullo de haber triunfado apretándome el cinturón.

©Mikel Aboitiz



3 comentarios:

  1. Muy bueno, Mikel.

    Claro que perdía los kilos, como que el alemán es una lengua casi ex profeso para dar órdenes (y echar broncas, claro). Por cierto, que a mí me encanta.

    Un saludo muy cordial.

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  2. Gracias, Antonio. Creo que un alemán, se puede quedar también bastante impresionado por una simple frase en castellano (no tiene por qué ser imperativa o en tono de bronca). Basta colocar un par de ges o erres. El resto lo hace el acento, la imaginación y las películas que haya visto el alemán. Hablando de acentos, te propongo un juego de relectura: imaginar a Frau Merkel leyendo el título de este relato en alemán: «Sich den Gürtel enger schnallen», esto es, ahorrar, apretarse el cinturón. Te deseo un buen resto de domingo y gracias de nuevo por tus comentarios. Un saludo.

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  3. Dicho así, lo de la Merkel tiene resonancias garzonitas... pero no suena especialmente áspero. Mi comentario iba un poco por aquello sobre lo que ya ironizaba Nietzsche: lo difícil que es decir algo suave en alemán; aunque si uno lee a Heine, por ejemplo, puede encontrarse una lengua que sabe ser tersa, y que nunca deja de ser musical.

    Debes de tener razón en lo del castellano: también puede ser duro, o al menos enfático.

    Muchas gracias por tus buenos deseos; te los multiplico para toda la semana entrante, porque de este domingo queda ya poco.

    Un saludo muy cordial.

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