Peligros
cotidianos
El
cartero se para ante el portón adornado con un llamador en forma de
cabeza de león. Admira su melena claveteada y empuña la aldaba metiendo la mano entre sus fauces. Toc-toc y el león da un
paso atrás: la puerta se abre con rugido de bisagras. El cartero
pasa y el león avanza: la puerta se cierra. Dentro de la casa queda
el cartero como Jonás en la ballena. Al rato, el león recula, la
ballena abre su boca azul y el cartero sale a la calle silbando algo
alegre, sin reparar en los peligros corridos.
©Mikel Aboitiz
Una pieza curiosa, Mikel, en la que -con mucha eficacia- juegas con la cocreación que dejas en manos del lector.
ResponderEliminarUn abrazo.