- Nueve
letras: nostalgia -
Tres
vertical: «licitar», rellena don Anselmo Segura y, aburrido,
abandona el crucigrama. Lo coloca junto a la copia de una minuta
varada entre capas de legajos superpuestos como placas tectónicas de
remota antigüedad. Don Anselmo —nonagenario cansado de resolver
crucigramas encerrado en su bufete— deja escapar una nube de humo
por entre sus barbas amarillentas. Sus ojos azulados se entrecierran
persiguiendo un rayo de sol que saetea la persiana bajada. El haz de
luz se estrella en la puerta que conduce directa a sus recuerdos. Por
ella entra frau Recht, la bellísima clienta que, medio siglo atrás,
pusiera en sus manos un generoso talón y el caso que le dio nombre
como abogado. El ventilador remueve en vano el aire viciado y don
Anselmo, fatigado, ha descansado la cabeza sobre documentos jurídicos
de valor arqueológico. De sus labios escapa un hilito de saliva y
una sonrisa congelada en el pasado.
©Mikel
Aboitiz
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