- Último
recurso -
Todo ciudadano cuenta con un
baremo personal que le permite calibrar cuándo abusa de los
adelantos del servicio telemático de mensajería instantánea. Pero,
dada la ingente cantidad de correos electrónicos que a diario me
envía, mi mandante lo tiene muy desajustado. Si me pita el móvil en
el bolso... ¡ya sé de qué se trata!: una nueva consulta de don R.:
«...Estimada abogada, ¿no sería mejor aclarar esto... cenando?».
Me estoy dejando la laca de uñas en el escritorio, enervada cada vez
que suena el móvil. Ayer lo estampé contra el archivador de
sentencias. Sin embargo, hoy tomaré la iniciativa. Le invitaré a
cenar a casa con María,mi novia, que estudió Teleco y fue capitana
de balonmano. A buen seguro, al postre —mientras le baja el
soufflé—, ella le dará unas pautas claras sobre el uso
adecuado de la mensajería instantánea. ¡Ay, mi María! ¡Qué mano
tiene para la repostería!
©Mikel Aboitiz
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