26 abr 2014

Otra historia de abogados


 - Último recurso -

Todo ciudadano cuenta con un baremo personal que le permite calibrar cuándo abusa de los adelantos del servicio telemático de mensajería instantánea. Pero, dada la ingente cantidad de correos electrónicos que a diario me envía, mi mandante lo tiene muy desajustado. Si me pita el móvil en el bolso... ¡ya sé de qué se trata!: una nueva consulta de don R.: «...Estimada abogada, ¿no sería mejor aclarar esto... cenando?». Me estoy dejando la laca de uñas en el escritorio, enervada cada vez que suena el móvil. Ayer lo estampé contra el archivador de sentencias. Sin embargo, hoy tomaré la iniciativa. Le invitaré a cenar a casa con María,mi novia, que estudió Teleco y fue capitana de balonmano. A buen seguro, al postre —mientras le baja el soufflé—, ella le dará unas pautas claras sobre el uso adecuado de la mensajería instantánea. ¡Ay, mi María! ¡Qué mano tiene para la repostería!

©Mikel Aboitiz

 Este relato fue presentado al concurso de microrrelatos organizado por el Consejo General de la Abogacía española, siendo las palabras obligadas: ciudadano, baremo, consulta, telemático, bolso. 
¡Y ni una palabra más!



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