Mas allá de la impotencia
Nada tiene sentido desde que
murió. ¡Qué duro! La tristeza de sus hijos tras el accidente; saberla a ella
sola tirando de la familia para adelante y él sin poder cambiarlo. Después, la
rueda de las estaciones con su apisonadora imparable: primavera, verano,
otoño,... No dejar de recordar. Volver a ver fogonazos en medio de la noche,
frenos chirriando, vueltas de campana. Nada tiene sentido. Nunca lo imaginó
así. Y sobre todo, soportar que pasado un tiempo alguien comparta con ella su
lado de la cama. Así es la muerte. Un sinsentido. Y las flores marchitándose
ahí arriba.
©Mikel Aboitiz
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