También lo ves
Deseo hablarte de
esta escalera, de sus proporciones perfectas. Por eso hice la foto. Para mostrarte
su esbelta longitud, la curva que dibujan sus pasamanos, las luces bañando en
escalas de colores la ascensión hasta un cielo adivinado en lo alto. He descargado
la foto del móvil para almacenarla definitivamente en el ordenador. El
resultado lo tengo en la pantalla. Lo puedes ver tú también. Reconozco que la
técnica no se me da bien, que ha pasado un tiempo desde que capturé ese instante,
ahora eterno, y que hoy se me antojan años. Como si de una escalera
decimonónica se tratara y yo la hubiera inaugurado. Algo ocurrió al volcar esos
píxeles al ordenador. Un error, una impericia de mi parte que me hace frotar
los ojos para aclarármelos, no sé. Sin embargo ahí está, el elefante rosa, ocupando casi toda la
superficie, girando su cabeza hacia mí, retenido en el ámbito de
su propio retrato con una escalera de fondo que ya apenas se adivina. La
escalera la conozco de memoria, por eso te la puedo describir, pero el elefante
es nuevo y apenas me atrevo a mirarle a los ojos. Son inquietantes y pequeños,
comparados con las dimensiones reales del resto de su cuerpo que no acabo de
adivinar. Tampoco quiero hacerlo. Imagino qué pensarás tú del elefante rosa. A mí
me disgustan los invitados por sorpresa, esos que llegan como este elefante, cuando nunca se les
llama, se aprovechan de la fiesta y te dejan la casa hecha un asco. Me estoy
viendo remangándome, poniendo los guantes, con el cubo de agua y el Míster Proper.
Yo, que únicamente quería mostrarte mi foto, ahora solo espero que mañana estés
a mi lado, como siempre, ayudándome con la mopa.
©Mikel Aboitiz
El resultado es espectacular, por la imperfección, o por lo que sea, pero llama la atención.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por pasarte de nuevo por aquí.
EliminarUn abrazo