2 abr 2020

En menos de me da igual cuántas palabras



También lo ves

Deseo hablarte de esta escalera, de sus proporciones perfectas. Por eso hice la foto. Para mostrarte su esbelta longitud, la curva que dibujan sus pasamanos, las luces bañando en escalas de colores la ascensión hasta un cielo adivinado en lo alto. He descargado la foto del móvil para almacenarla definitivamente en el ordenador. El resultado lo tengo en la pantalla. Lo puedes ver tú también. Reconozco que la técnica no se me da bien, que ha pasado un tiempo desde que capturé ese instante, ahora eterno, y que hoy se me antojan años. Como si de una escalera decimonónica se tratara y yo la hubiera inaugurado. Algo ocurrió al volcar esos píxeles al ordenador. Un error, una impericia de mi parte que me hace frotar los ojos para aclarármelos, no sé. Sin embargo ahí está, el elefante rosa, ocupando casi toda la superficie, girando su cabeza hacia mí, retenido en el ámbito de su propio retrato con una escalera de fondo que ya apenas se adivina. La escalera la conozco de memoria, por eso te la puedo describir, pero el elefante es nuevo y apenas me atrevo a mirarle a los ojos. Son inquietantes y pequeños, comparados con las dimensiones reales del resto de su cuerpo que no acabo de adivinar. Tampoco quiero hacerlo. Imagino qué pensarás tú del elefante rosa. A mí me disgustan los invitados por sorpresa, esos que llegan como este elefante, cuando nunca se les llama, se aprovechan de la fiesta y te dejan la casa hecha un asco. Me estoy viendo remangándome, poniendo los guantes, con el cubo de agua y el Míster Proper. Yo, que únicamente quería mostrarte mi foto, ahora solo espero que mañana estés a mi lado, como siempre, ayudándome con la mopa.



©Mikel Aboitiz

2 comentarios:

  1. El resultado es espectacular, por la imperfección, o por lo que sea, pero llama la atención.

    Un abrazo

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    1. Gracias por pasarte de nuevo por aquí.

      Un abrazo

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