9 jul 2020

Otra historia de abogados

Homenaje

Acusaban a mi defendido de robar parte del cielo para entregarla a los hombres. No soy experto en Derecho Eclesiástico ni dueño de mis pesadillas, pero la toga me pesaba como remo de galeote y sudé en aquella siesta más que un Cristo recién crucificado. El acceso a la sala para la causa oral fue una eficaz obertura dedicada a facilitar el recitativo de testigos. Mi cliente tamborileaba con los dedos sin paz, en magnífico contrapunto con su rostro tranquilo, coronado por una peluca blanca. El fiscal modulaba sus intervenciones con amenazadora voz de bajo profundo, acusándolo con pasión de saqueador de firmamentos. Tomé la palabra acechado por el rumor coral del público, sintiéndome como un solista mudo a punto de atacar un aria. El sonido de la aguja golpeando al final del vinilo acabó por despertarme con un repetitivo «clac, clac» o talvez fuera un «Bach, Bach», quién sabe.  

 

©Mikel Aboitiz

 

2 comentarios:

  1. jajaja, qué bueno, amigo.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias. El de la peluca se merece bastante más que esto.
      Un abrazo

      Eliminar