En toda la cabeza
Dígale, agente, que la quise mucho, que yo fui quien organizó su lecho, las flores, todo. Dígale que me alegro de que por fin haya despertado, que la sigo queriendo. Desde el primer momento en que la acogimos, la quise, pero que me dejé llevar por los celos al verle bajar del caballo. Me pudieron su apostura, su porte principesco y le lancé lo primero que tenía en la mano. ¡Una maldita manzana había de ser! Comprenda, agente, que fue un pronto y no es merced que se ensañe conmigo apretándome tanto los grilletes. Soy bajito, pero no peligroso.
©Mikel Aboitiz, Berlín
Muy bueno, para la Ser. Me ha encantado, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias. Sí, para la Ser, con frase de entrada obligada.
EliminarUn abrazo