Opiniones de un empresario circense
Camareros, taxistas, limpiadores, algún fontanero desubicado. Multitud de gentes dispuestas a volver a empezar, a disfrutar de una segunda oportunidad. Empleados de seguros, ciudadanos tocados por la pobreza, ricachones bañados en oro. Todos por erradicar esta lacra de pandemia global. Historiadores mostrando el pasado: guerras, hambrunas. Psicólogos explicando la resiliencia, los mecanismos del olvido. Y mi teléfono suena y suena. Junto a él, una orden de embargo. Mis últimos trapecistas se cayeron del ERTE. Mi abogado llama y llama. Carezco de recursos. No sé cómo pagar la comida de las fieras. Suena y suena el móvil. Es un timbal sacudiéndome el cerebro en esta resaca de impagos. Anuncia el fin con estruendo de doble salto mortal (¿mortal?, nunca mejor dicho), pero yo me resisto. El espectáculo continuará, ¡reabriré! ¿Cómo? ¿Con quién? No sé. De momento aquí solo quedamos mi abogado y yo, un payaso optimista.
©Mikel Aboitiz
Ese circo se acaba, seguro. Muy bien narrado.
ResponderEliminarUn abrazo
A mí se me acabó muy pronto el circo, porque no me clasificaron el relato en el concurso de la abogacía.
EliminarGracias por leerme y comentar.
Un abrazo