Ojo, también se
trabaja
Fue el último en
enterarse del lío entre Sofía y Esteban. La intempestiva penumbra, ambos en el
sofá de la salita en comprometida situación y el silencio espantoso que rompió
la fotocopiadora cuando metió el auto procesal, no dejaban alternativa de
interpretación. Salió de puntillas aferrando el texto legal como un salvavidas.
Ignoraba que el día le iba a regalar más sorpresas. En un pasillo sorprendió a
Paco y Alfredo, abogados matrimonialistas, haciéndose carantoñas y cerró los
ojos pensando: «Esto parece un capítulo de Sex Education». Recordó su máxima apretando el paso: «Un becario en un
bufete ve, calla y aprende. También pone cafés». A la altura de la recepción,
el cartero sellaba la boca de Antonia, la secretaria, en animada confusión
labial. Era su segunda jornada en la empresa. Pronto se acostumbraría,
conocería a la nueva becaria y cambiaría su lema por: «Ver, callar y disfrutar».
El amor en el trabajo parece que quiere jugar siempre a encontrar actores, y quizás así el frío de los despachos de abogados y de los juzgados, se hace má llevadero.
ResponderEliminarUn abrazo
Ha encontrado actores, pero no les he dado la entidad suficiente para que el relato fuera correspondido con el abrazo de ser clasificado.
EliminarUn abrazo