«Quemar
las naves»
Se
queman las naves cuando se juega al todo o nada. Cuando se llena el
asador de carne hasta arriba y ya no queda más que ofrecer de comer
a las otras oportunidades invitadas a la mesa de nuestra vida.
Siendo
fieles a los hechos, es de reconocer que las naves fueron hundidas y
no quemadas. La historia se remonta hasta Hernán Cortés quien, en
un intento postrero por conquistar México, impartió órdenes de
hundir las naves de su flota. Había que quedarse y para ello se
imponía vencer. Una retirada era impensable, por imposible. Como el
fuego siempre impregna con una nota taumatúrgica lo sucedido, la
historia se reescribió acorde con otras gestas similares acontecidas
en la antigüedad en las que el fuego se alimentara con similares
fines épicos quedando acuñada la expresión como hoy la conocemos.
Bioy
Casares (1914-1999) advierte con este dicho sobre los peligros del
amor en El lado oscuro de la sombra (Tusquets):
«
[...] que tales mujeres
quemen por nosotros las naves no significa una garantía, porque
llegada la hora se van a nado »
.
©Mikel
Aboitiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario