«A buenas horas, mangas verdes»
Esta expresión, utilizada para dar a
entender que la ayuda ofrecida llega demasiado tarde, se remonta a
los tiempos de la Santa Hermandad, una especie de policía rural de
la época (se creó hacia mediados del siglo XV) cuya jurisdicción
residía en campo abierto, esto es, fuera de las poblaciones. Su
objetivo era perseguir a los delicuentes e incluso juzgarlos
sumarísimamente. Para lograr sus fines, la Santa Hermandad se
financiaba mediante la sisa, un impuesto indirecto
(una especie de IVA de antaño) sobre el consumo de ciertos
bienes. Este tribiuto funcionaba de tal manera que se pagaba una medida de un
producto y por dicho desembolso se obtenía una cantidad inferior a
la pagada. La diferencia era la sisa. Pero
para que se difundiera el dicho de «a
buenas horas, mangas verdes»
dos hechos son relevantes. El primero es el aspecto del uniforme de
la Hermandad: las mangas de la camisa quedaban al descubierto y eran
verdes. Con esto queda despejado a medias el origen del dicho. El
segundo y definitivo: tenía fama la Hermandad de llegar siempre
demasiado tarde, cuando el villano ya había huido o el mal era
irreparable. Con todo, hasta dejar de existir en 1834, la
Santa Hermandad tuvo una larga vida. Y el dicho –más longevo que
la propia institución–, perdura hasta hoy, como también la
sucesora de la Santa Hermandad, la Guardia Civil, fundada en 1844.
Ahora bien, originalmente, el color del uniforme de la Benemérita
era azul.
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