Alas para estos burros sin
sensibilidad
Pronto tendrían que pedir de nuevo una ambulancia. No daba abasto con tanto dolor de espalda. Era una
epidemia. Los más graves debían ser trasladados. Cuestión de
horas. Tarde o temprano llegaría un paciente y el médico rural
descubriría otra vez el nacimiento de unas alas. «Sí, otras alas»
–pensó. Recordó su consulta anterior de la ciudad donde en
una ocasión las viera aparecer en la espalda de aquel hermano
franciscano, esa alma delicada. «Pero tantos casos...¡En un pueblo
de gentes sin sensibilidad!» –gruñó. De un pescozón despachó al paciente (solo
tenía dolores, no alas), escupió en una maceta y voceó: «¡el siguiente!»
©Mikel
Aboitiz
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