¡Cielos!
Dejé de
fumar, pero no el café. Hasta el primer infarto. Después renuncié
al alcohol. Un día, palmé: dijeron que fueron los pulmones (tantos
años de tabaco), que si los nervios (¿cafeína acumulada?), que si
el corazón (Laura me acababa de plantar), pero a mí me dio igual,
porque fui directo al Cielo: Dios resultó ser bastante ecologista y
mi manía a los vasos de papel inclinó la balanza. Escribo estas
líneas rodeado de paz, cigarros, buen café y, Laura, cariño, aquí
hay cientos de Lauras, no te echo en falta. ¡Anda, San Gabriel!,
ponme otra de lo mismo.
©Mikel Aboitiz
Yo sin embargo, prefiero que mis vicios me lleven directa al infierno, que seguro es más entretenido. Buen micro, Mikel. Positivismo puro.
ResponderEliminar¿Vicios?,¡ja,ja,ja! ¿virtudes), ¡ja,ja,ja!¿cielo, infierno?...Imagino el cachondeo que se traerán los gusanitos cuando "trabajen" nuestros restos.
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