30 nov 2014

Otra historia de abogados



- Buen oficio - 

El decano de los carteristas del barrio aparta del escritorio un cachivache. También un candado de plata, tres billeteras sabiamente distraídas y dos relojes de oro macizo. Luego grazna: «Señor abogado, si no piensa untar a nadie para librar a mi hijo del trullo, puede ir dándose el ancho». Se recuesta en silencio y queda esperando mi respuesta como un dragón ansioso, observando las volutas de humo de su empalagoso cigarro. Yo, que comprendo las reglas del juego y sé sacrificar mis honorarios, declino aceptar el caso. Él, termina acompañándome muy serio hasta la puerta.
Salgo de su cueva de Ali Babá con piernas de lana pero sano y salvo, incólume. Hasta me persigno alabando mi cautela. Pero al llamar a un taxi y buscar la cartera, resuelvo que tengo una deuda pendiente con el viejo: he aprendido que si entras en la guarida del lobo, toda prudencia es insuficiente.


©Mikel Aboitiz

2 comentarios:

  1. Qué gozada. Muy bien escrito.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias de nuevo, M.Á. Las palabras obligadas para este texto que no podía superar las 150 palabras eran: cachivache, empalagoso, candado, decano, deuda.

      Un saludo

      Eliminar