11 jun 2018

Otra historia de abogados


De pompas y escobas

El abogado Funes repasa con voz monótona: «Cinco féretros modelo Spass im Frieden. NIF, correcto. Firma adecuada. Idioma, español. Fecha, la justa. Nada que censurar». Salvatierra,  el comercial, pasea dando vueltas al palé sin desembalar, girando nervioso su anillo de bodas. El abogado le devuelve el albarán sacando una fiambrera con la otra mano. Por la claraboya del almacén se cuelan unos rayos de sol que lamen lánguidos la tortilla entre los panes. Funes mastica con la boca llena: «Falbatiefa, no fe fienez que abogar en un vafo de agua». Salvatierra alza la voz, señalando bajo el plástico del palé: «¡Son fucsias!¿Qué se han pensado estos alemanes?¡Solo faltan unas panderetas para el sepelio!». Una nube ensombrece la nave y Funes se aleja hablándole enfurruñado al bocadillo: «Capaz de pedirme que les meta un pleito por amorales. ¡En vez de fijarse al hacer el pedido! ¿Soy barrendero o abogado?¡Siempre recogiendo cascotes!».  

©Mikel Aboitiz

2 comentarios:

  1. Trabajar con féretros ha de ser duro pero ser abogado puede serlo también. Buen texto

    Un abrazo

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    1. Sin embargo trabajar con letras es placentero
      Un saludo desde Berlín

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