Makiabello
Dejarme
sin tele era la medida de coerción favorita de mi madre. Si fallaba,
la posterior comparecencia ante mi padre se resolvía cinturón en
mano, por vía disciplinaria. Como reacción a tan hostil imperio de
la ley hogareña, me eché un amigo invisible, Makiabello. Él
me enseñó retórica. También que la delación es un arma
invencible frente a los indiscretos.
Con
su ayuda me convertí en el mejor abogado de mi propia causa y mi
casa se transformó en un
hotel de lujo: tele a todas horas. Papá
no volvió a encerrarse en el baño para quitarse carmín del cuello
al volver del trabajo y el cartero ya no entregaba a mamá
ningún sobre en mano en el dormitorio.
Pensarán
que mi amigo invisible desapareció pronto: se equivocan. Siguió
vigilando para mí, observando el
comportamiento de mis padres y
disfrutando conmigo de Bonanza. ¡Ventajas de tener un
amigo invisible!
©Mikel Aboitiz
Interesante post. El amigo invisible se cura con un hermano, pero tu personaje e listo, y canalla también. Su amigo invisible no desaparecerá, porque se ha vuelto el alter ego real de su cara dura enmascarada
ResponderEliminarUn abrazo
Muy acertado tu estudio psicológico.
EliminarUn abrazo